Ésta es una receta marroquí aunque no la he hecho exacta, claro. Había un par de ingredientes que no tenía así que me apañé con el resto.

No es tan rápida de preparar como otras recetas que he compartido pero, aun así, creo que el resultado merece la pena. Siempre puedes prepararla un fin de semana.

Ingredientes:

- Una patata mediana-grande (yo usé tres pequeñas)
- Un tomate troceado libre de piel y semillas.
- Medio vaso de agua.
- Una cucharada de concentrado doble de tomate.
- Media cebolla picada.
- Un diente de ajo machacado (puedes estrujarlo con la hoja del cuchillo).
- Media cucharadita de pimentón (yo lo usé picante).
- Unas hebras de azafrán.
- Un pellizco de jengibre en polvo.
- Un cuarto de cucharadita de comino molido.
- Un pellizco de pimienta negra.
- Una cucharada de zumo de limón.
- Sal y aceite.

Asa las patatas pero retíralas antes de que estén completamente tiernas; yo lo hago en el microondas. Pélalas y córtalas en dados.

En una sartén, pon el aceite, los tomates, el agua, el concentrado de tomate, la cebolla, el ajo, el pimentón, el azafrán y el jengibre. Cocinar a fuego medio entre seis y nueve minutos (o hasta que tenga la consistencia que prefieras).

Añadir las patatas y el comino y remover la sartén para que se mezcle todo. Poner por encima la pimienta y dejar cocer un minuto más y, finalmente, poner el zumo de limón. Volver a sacudir la sartén y poner por encima la cayena (o harissa) y remover.

Como te he dicho antes, yo no le he puesto la cayena ni la harissa pero, en cambio, le puse pimentón picante.

La receta original también lleva perejil y cilantro pero yo he preferido no ponerlos.

Se sirve tibia o a temperatura ambiente. Yo la acompañé de queso de cabra, que le aporta un toque fresco y equilibra el toque picante (para mí, todo es mejor con queso :-S)

Si te animas a probarla, cuéntamelo en los comentarios ;-)

La ensalada tradicional no me gusta nada. Con tradicional quiero decir la que lleva lechuga acompañada de otros ingredientes, pero es que la lechuga no me gusta nada y, además, me sienta fatal. Como ya he dicho alguna vez, no soy muy de verduras, por eso me gustan las ensaladas que lleven cosas distintas como fruta fresca, frutos secos, queso...

La ensalada que te traigo hoy la he hecho basándome en una receta tradicional marroquí, ensalada de lechuga y naranja.

Ingredientes:

- Un puñado de canónigos (o rúcula, o lechuga... lo que prefieras)

- Una naranja.

- Un par de dátiles.

- Tres o cuatro nueces.

- Media cucharadita de miel.

- Una cucharadita de agua de azahar.

- Una cucharada de zumo de limón.

- Aceite, sal y pimienta negra.

La receta original también lleva hojitas de menta picada pero yo no tenía.

Teniendo los ingredientes, ya hay poco más que hacer. Corta en trocitos la mitad de la naranja y ponla en un plato o bol junto con las nueces y los dátiles troceados, ponle por encima el zumo de la otra mitad de la naranja, sal y aceite. Aparte, mezcla la miel con el zumo de limón y el agua de azahar y añádelo a la ensalada. Finalmente espolvorea la pimienta (y la menta picada, si la tienes) sobre el resto de ingredientes.

Y a ti, ¿te gusta la ensalada?

Conocemos como cúrcuma a los rizomas de una planta adaptada a zonas de clima cálido y húmedo, de manera que se puede encontrar tanto en Polinesia y Micronesia como en el sudeste asiático, siendo Sangli, ciudad del sur de la India, una de sus mayores productoras.

La palabra cúrcuma deriva del árabe kurkum, que significa azafrán, por su color amarillo intenso. También se la llama halud, que significa amarillo, color de amanecer y sonido de caracola, según nos cuenta en su novela Chitra Banerjee Divakaruni  (te hablo de ella más abajo). En la India, entre el 610aC y el 320aC se utilizaba como colorante para lana. Posteriormente se ha utilizado como tinte textil para algodón, seda, cueros, etc así como para el cuerpo.

En la cocina india es muy utilizada como colorante, ya que su sabor es muy neutro y ligeramente picante, y forma parte del curry, otorgándole su color característico.

En Okinawa, Japón, se suele servir con el té.

Como planta medicinal se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, beneficiosa para proteger el hígado y contra el cáncer. Tiene igualmente propiedades digestivas ya que es carminativa (ayuda a expulsar los gases); y es beneficiosa para personas que sufran dispepsia ácida, flatulencia, inapetencia o digestiones lentas.

Por si todo esto fuera poco, se ha utilizado durante siglos en la medicina tradicional china para el tratamiento de la depresión ya que actúa provocando mayores niveles de serotonina.

Es importante añadir la cúrcuma a nuestros platos casi al final de la cocción para que ésta no destruya sus principios activos y beneficiarnos así de todas sus propiedades. Aunque, en realidad no es de fácil absorción, ésta mejora si se ingiere combinada con pimienta negra, como en el curry.

Una de mis novelas favoritas La Señora de las Especias (Chitra Banerjee Divakaruni), tiene un capítulo llamado cúrcuma:

"Acariciad la superficie y el sedoso polvo amarillento se os pegará a la palma de la mano y a la yema de los dedos. «polvo de ala de mariposa.»
 (...)Lleváoslo a la cara. Frotaos la mejilla, la frente, el mentón. No vaciléis. Las desposadas y las que anhelaban serlo hacían lo miso mil años antes de que la historia empezara. El polvo borrará las manchas y las arrugas, absorberá la vejez y la grasa. Y conservará durante días un pálido brillo dorado.
(...)La cúrcuma se llama también halud, que significa amarillo, color de amanecer y sonido de caracola. Cúrcuma la preservadora, que conserva los alimentos en una tierra de calor y de hambre. Cúrcuma, la especia propicia, que se pone en la cabeza a los recién nacidos para que la suerte los acompañe, que se espolvorea sobre los cocos en las pûjas, con la que se frotan los bordes de los saris nupciales."


Si no la conoces, te la recomiendo porque está escrita con una maravillosa prosa poética y una delicada sensibilidad que te harán disfrutarla de principio a fin. No sé cuántas veces la he leído pero, gracias a este post, voy a hacerlo de nuevo.

¿La has leído? Cuéntame que te pareció

Chips de berenjena con vinagreta de mostaza y miel

Las berenjenas fritas con miel de caña son una receta de origen árabe muy popular en algunas zonas de Andalucía.

Hoy la he visto en la tele y me han dado ganas de prepararla... si lo hubiese pensado un poco, no me hubiese puesto a ello porque cuando probé las berenjenas fritas no me gustaron. Pero no lo pensé y me alegro... combinadas de esta forma están buenísimas. Primero las probé con la miel sola y, como ésta no me gusta, probé con la vinagreta y el resultado fue espectacular.

Ingredientes:

- Una berenjena.

- Una cucharada de harina de maíz.

- Una cucharada de mostaza de Dijon.

- Una cucharada de miel.

- Vinagre balsámico.

- Sal y pimienta.

Mi madre freía las berenjenas en rodajas y no le quitaba la piel. Yo tampoco se la he quitado pero las he cortado en tiras, como si fueran patatas al bastón. El cocinero de la tele ponía la berenjena cortada en una blanqueta durante media hora (agua, media cucharada de harina y sal) con el fin de quitarle el saborcito picante pero a mí me gusta, de manera que lo único que hice fue enjuagarlas y luego dejarlas escurrir un rato.

En una bolsa de plástico pones una cucharada de harina de maíz, sal y pimienta y metes las tiras de berenjena. Cierras y agitas para que se enharinen. Cuando el aceite esté muy caliente, fríes las berenjenas. Como siempre que freímos algo, cuando estén listas las sacamos a un plato con papel de cocina para que suelten el exceso de aceite. 

Mientras se fríen las tiras, puedes preparar la vinagreta. No te doy medidas exactas porque dependerá de tu gusto. Yo prefiero que tenga un toque dulzón pero que no sepa a miel, así que si te gusta más fuerte tendrás que poner más mostaza. Yo puse una cucharada de mostaza de Dijon, y una y media de miel, un chorreón de vinagre balsámico (yo usé crema de vinagre balsámico al Pedro Ximénez), sal y pimienta. Sólo tienes que probar y rectificar hasta que des con el sabor que prefieres.

Ya sólo queda emplatar acompañando de la vinagreta de mostaza y miel.

Hoy toca domingo cocinero. Aunque me encanta cocinar, cuando llego a casa muerta de hambre, lo que menos me apetece es ponerme a preparar nada. Por eso, a veces, hago lo que hoy: preparar varias cosas que puedo guardar en la nevera, calentar en el microondas y tener una comida lista en un par de minutos.

No soy muy fan de las sopas. Sé que hay personas para las que una comida no está completa sin su plato de sopa pero, la verdad, no pertenezco a ese grupo. Aunque es cierto que en los días fríos o cuando estoy resfriada, el platito de sopa calentito es lo más reconfortante.

En la red hay muchas recetas distintas de sopa de coliflores pero esta es la que hacía mi madre y mi abuela antes que ella.

Ingredientes:

- Una coliflor (puedes usar una parte para la sopa y el resto puedes refreírla).
- Un diente de ajo.
- Arroz
- Sal, pimienta y un poco de aceite.

La sopa de coliflor es simple y rápida. Sólo tienes que ponerla a cocer en una olla con agua. Por otro lado, poner a freír un ajo picado en un poco de aceite. Cuando la coliflor esté tierna, añadir el ajo picado y frito. Ya sólo queda poner un puñado de arroz (por ejemplo) y esperar a que cueza.

Cuando la tomo para cenar, suelo preferir los fideos al arroz pero como ya no puedo tomar gluten, he probado a hacerla con quinoa y el resultado no me ha desagradado. Supongo que le daré una segunda oportunidad a la quinoa. La primera vez que la probé... en fin, no pensé que fuera a repetir pero esta nueva alergia ha provocado que tenga que buscar alternativas a lo que habitualmente consumía.



Puedes acompañarla con taquitos de jamón y huevo cocido como si fuera una sopa de picadillo.

O también, puedes probar a cuajarle un huevo. A mí me gusta mucho así.

Yo no suelo dejar toda la coliflor en la sopa sino que saco una parte y la refrío para hacer un segundo plato o una guarnición.

(El artículo ha sido editado el 01/12/18 para cambiar los fideos por quinoa, ya que no puedo tomar gluten).

Coliflores refritas

Las verduras no me vuelven loca. Lo cierto es que los alimentos que más me gustan no sirven para componer una dieta equilibrada. Por eso trato siempre de buscar recetas que incluyan verduras de alguna manera que me puedan resultar atractivas. En este caso, no puede ser más sencillo y, además, con una coliflor puedes tener primer plato y segundo... ¿se puede pedir más?

Ingredientes:

- Una coliflor (puedes usar una parte para hacerla en sopa y el resto puedes refreirla).
- Un par de ajos.
- Un poco de aceite.

Lo único que hay que hacer es cocer la coliflor y, cuando esté tierna, freir unos ajos picados en una sartén con un poco de aceite y añadir la coliflor escurrida. Sofreir a fuego lento con sal y pimienta. Puedes cuajar un huevo (a mí me encanta así) o usarla para acompañar un filete o salchichas. También puedes poner un huevo batido y hacer una especie de revuelto.

Hoy he hecho un híbrido porque, como me sobraba una clara de huevo (usé la yema para hacer las pastas de leche condensada), la mezclé con la coliflor refrita y a la hora de servirla la acompañé con la vinagreta de mostaza y miel que hice para acompañar los chips de berenjena.

Anímate a probarla y cuéntame qué te parece.

Pastas de leche condensada

El otro día vi en Facebook una receta de galletas de leche condensada y me encantaron, al menos sobre la pantalla; por supuesto, tenía que hacerlas. Y hoy decidí que era el momento de probarlas.

Ingredientes:

- Una yema de huevo.

- 125 gr. de mantequilla (a temperatura ambiente).

- 200 gr. de leche condensada.

- 225 gr. de maizena.

- 125 gr. de harina.

- Una cucharada de azúcar glass.

Con unas varillas (mejor si son eléctricas), mezclar la yema de huevo, la mantequilla y la leche condensada. Una vez que tengas una crema homogénea, añade la maizena, la harina y el azúcar tamizados.

Precalienta el horno a 150ºC mientras vas dando forma a las galletas. Para ello, haz pequeñas bolas de masa y luego aplánalas con la mano o con un tenedor para darle esa forma peculiar. Puedes, también, dejar un agujero en el centro para ponerle mermelada o fruta confitada. Yo en algunas puse unos arándanos secos y en otras unos trocitos de chocolate negro al 72% (para compensar un poco el dulzor de la pasta).

Sólo necesitan entre doce y quince minutos de horno.

La receta que te cuento aquí no es la que encontré en la página. La he modificado porque el resultado no me gustaba. Puede que fuera por mi horno; en cualquier caso, los datos que pongo aquí son los que a mí me han funcionado.

Puedes conservarlas en una lata, en un recipiente hermético e, incluso, puedes hacer bonitos paquetes y regalar a los amigos.

Si te decides a hacerlas, cuéntamelo ;-).

Crema de calabacines

Como ya he dicho, no me gusta demasiado la verdura. Hay algunas que soporto comer pero cocinada de determinada manera. Por ejemplo, la coliflor me gusta en sopa y refrita; la col me gusta refrita con patatas; la berenjena puedo comerla refrita y, recientemente, he descubierto que también me gustan en chips. El calabacín también me gusta refrito o en crema. Por supuesto, hay muchas recetas de crema de calabacín y cada quien elige la que prefiera o, incluso, puedes hacer una distinta cada vez... así no te aburres de comer siempre lo mismo. Para mí es muy importante la variedad en la comida ya que soy muy dada a aborrecer lo que tomo muchas veces. Por eso, entre otras cosas, es muy difícil que haga dos veces la misma receta de la misma forma.

La crema de calabacín de la que te hablo hoy es muy sencilla pero no tan rápida de cocinar como otros platos; tiene su tiempo de cocción Yo prefiero hacerla el fin de semana y guardarla en la nevera para usarla durante la semana. Sólo tengo que calentarla unos minutos en el microondas y ¡listo para comer!

Ingredientes:

- Una cebolla grande o una y media si son medianas.

- Un par de calabacines.

- Una cucharada de nata para cocinar.

- Una cucharada de queso crema.

- Sal, pimienta, nuez moscada y un poco de aceite.

En una sartén honda o en una cacerola pones a fuego lento un poco de aceite y la cebolla picada con un poco de sal y pimienta hasta que poche, es decir, hasta que esté casi transparente. Mientras tanto, vamos cortando los calabacines en dados pequeñitos; puedes pelarlos, pero yo prefiero usarlo con piel. Cuanto más pequeñitos sean los trozos, menos tardará en cocer.

Cuando la cebolla esté lista, añades el calabacín y lo dejas cocer a fuego lento. Cuando el calabacín esté prácticamente tierno, pones la sal, la pimienta y un poco de nuez moscada (que, para mi gusto, es perfecta para este plato). Cuando esté listo, pones la nata y el queso y lo dejas unos minutos más. Ya sólo queda probarlo para rectificar la sal y la pimienta, si fuera necesario.

A continuación, lo trituras con la batidora y, si prefieres una crema más fina, la puedes pasar por el chino. Yo la dejo así porque yo prefiero esta textura.

Cuando la vayas a servir, puedes hacerlo así, pero también puedes animarla con unas tiras de bacon tostado, unos taquitos de jamón, unas lascas de parmesano, unas rodajas de salchicha, unos picatostes de pan tostado o frito... en fin, lo que se te ocurra.

Si te animas a hacerla, cuéntame tu experiencia ;-)

No sé por qué esta especia me parece tan bonita. Aunque se llame pimienta rosa, no se trata, en realidad, de una variedad de pimienta sino el fruto de un arbusto llamado pimentero brasileño o turbinto, en el que crece en racimos.

Es un grano muy aromático que aporta mucho sabor y debe ser usado con moderación, no sólo por el potente aroma que aporta sino también porque contiene un compuesto que puede resultar nocivo.

Tiene un sabor resinoso muy particular y, además de aderezar recetas con ella, podemos usarla para aromatizar aceite que luego usaremos para aliñar ensaladas.

Además, recientemente he descubierto que a las recetas dulces les va muy bien la pimienta, no sólo la negra sino también la rosa.

Anímate a probarla y me cuentas ;-).

Un plato rápido para cuando no puedes (o no quieres) entretenerte en la cocina. Carne y patatas, nada más simple ni tradicional y, sin embargo, vamos a hacerlo un poco distinto.

Pelamos y cortamos una o dos patatas (depende del tamaño y del hambre que tengas). Hacemos trozos que no sean muy grandes para que tarde menos en cocer.

Las ponemos en un plato hondo o fuente apta para microondas y horno, salpimentamos, añadimos un poco de aceite, un chorro de nata, una pimienta cayena/guindilla partida por la mitad (o dos, si eres valiente ;-) ) y espolvoreamos eneldo por encima. Cubrimos con papel film y llevamos a microondas entre 10 y 15 minutos.

Pasado este tiempo, comprobamos que las patatas están medio cocidas. Quitamos el papel film, añadimos otro chorrito de nata, unos trozos de queso crema y un par de cucharadas de mantequilla y metemos en el horno, previamente precalentado a 180º, otros diez minutos.

Mientras tanto, en una sartén caliente, ponemos tres filetitos de lomo de cerdo salpimentados. Cuando estén prácticamente hechos los apilamos uno sobre otro, poniendo entre ellos una loncha de queso fundido (del que usamos para los sandwiches). Dejamos unos minutos más por cada cara del bloque y servimos.

Tanto el queso usado en las patatas como el que servimos con los filetes puedes cambiarlo por cualquier otro que prefieras o, incluso, añadir más de uno. Y, si el eneldo no te gusta (tiene un sabor intenso y muy particular), puedes poner orégano o albahaca.

Pero si te paree demasiado queso, te propongo otra opción: filete de cabeza de lomo cocinada siguiendo (más o menos) las instrucciones de Gordon Ramsay para conseguir un filete perfectamente cocinado.



En una sartén caliente con un poco de aceite, pon los filetes. Márcalos por los dos lados y añade sal y piienta. Pela un par de ajos, estrújalos y añádelo a la sartén, asi como una pimienta cayena partida por la mitad. Añade también un poco de albahaca. A estas alturas ya debe estar casi cocinado. Pon un par de trozos de mantequilla y, cuando se derrita, baña los filetes con ella. Para finalizar, yo le puse un chorrito de vino blanco. Un minuto más para que el alcohol se evapore y listo para servir.

Cualquiera de las dos opciones son fáciles, rápidas y económicas. Espero que las disfrutes y me cuentes si las has hecho igual o con alguna variante.

Hace unos años, llegó a mi ciudad una exposición itinerante de la Fundación La Caixa que se llamaba Los Aromas de Al-Andalus. Me pareció una auténtica maravilla. En una de las secciones había dispositivos con los que podías oler muchas especias (entre otras sustancias) y, además, tenían una breve leyenda en la que daban información sobre cada una de ellas.

De todas ellas, me llamó la atención lo que leí sobre el cardamomo. Por supuesto, lo conocía; la cocina andaluza suele acompañarse con especias así que sí que sabía de ella, pero me sorprendió leer que los árabes añadían cardamomo al café para agasajar a sus invitados tras la comida.

Me encanta el café pero tengo que decir que soy muy sosa porque, hasta ese momento, no había pensado nunca en añadirle especias.

El cardamomo llegó a Europa procedente de la India hacia el 1200 y es una especia muy versátil porque se utiliza, además de para elaborar curry, para hacer todo tipo de platos dulces y salados así como para aromatizar bebidas como el té y el café. A este último le añade propiedades de tonico cardíaco y antiflatulencias.

Se la conoce como la especia digestiva por excelencia y se la usaba para estimular el apetito en personas decaídas y en infusiones y tisanas se utiliza para facilitar digestiones y como protector de estómago. También se mordían sus semillas después de comer para combatir la halitosis. Además, tiene propiedades beneficiosas para el sistema respiratorio y es usada como analgésico. Un estudio reciente ha demostrado que tanto el cardamomo como la canela ayudan a prevenir el cáncer de colon. Por si todo esto fuera poco, también se le atribuyen propiedades afrodisíacas.

Como puedes ver, ¡no se puede pedir más a unos pequeños granos!

Si te gusta la respostería, te recomiendo probar a poner semillas de cardamomo en una ganache de chocolate blanco: le regala un toque realmente especial y estoy segura de que te va a encantar. Si lo pruebas, cuéntamelo ;-).

¿Por qué otro blog de cocina? Bueno, es cierto que la blogosfera está repleta de blogs de cocina (de todo tipo de blogs, en realidad) y, seguramente, no hace falta uno más. Pero, como suele pasar, este blog no nace por demanda popular sino por mi propio interés. Me encanta cocinar y adoro escribir así que, en este diario digital he unido ambas pasiones. Tengo otros blogs pero es que mis intereses son múltiples y variados.

De todas formas, y aunque no sea esa la finalidad, tengo la esperanza de que algunas personas encuentren ayuda en estos artículos. Mi intención (no sé si más adelante cambiaré de idea) es mostrar recetas sencillas y en raciones pequeñas (para una o dos personas). Vivir solo/a no es motivo para no alimentarse debidamente o para comer sólo platos precocinados; tanto estos como la comida a domicilio están bien para un día pero suelen salir más caros que preparar nuestros propios platos y, desde luego, son menos sanos.

Hablando con personas que viven solas me he dado cuenta de que no soy la única a la que le da pereza cocinar para uno/a. De todas formas, te propongo que te pases por aquí de vez en cuando a echar un vistazo a mis propuestas y a lo mejor consigo persuadirte para que inviertas un poco de tiempo en tu cocina.

También me gustaría convencerte de que no es necesario tener el sueldo de un ministro para preparar recetas apetitosas y en poco tiempo, aunque la cuestión de la falta de tiempo no es exclusiva de los/as "singles". La mayoría de los ingredientes que usaré serán fáciles de encontrar en cualquier cocina medio abastecida.

A veces publicaré recetas de repostería (que es difícil hacer en formato individual, salvo los mugcakes), bien recreando algunas que vaya viendo por la red y me llamen la atención o bien de creación propia. En este caso, puedes aprovechar para hacerlas cuando te reúnas con la familia o los amigos.

Finalmente, quiero que le pierdas el miedo a las especias y que sepas que hay muchas más aparte de la pimienta, la nuez moscada y el laurel.

Así que mi objetivo es proponerte recetas sencillas, rápidas y (atención) baratas. También me gustaría que, si te animas a preparar alguna, me lo contaras en los comentarios. Hasta entonces, "bon apetit".